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La agónica caída de los dolientes

La banda nacional de funeral doom Lament Christ nos presenta su esperado álbum debut ‘The Agonic Fall of Mourner’, una íntima oda a la desolación

Publicado: 2021-05-24

Por Franco Boggiano de las Casas

A principios de los años noventa surgieron en el Reino Unido bandas como Paradise Lost (1988), My Dying Bride (1990) y Anathema (1990) que llevaron al doom death a otro nivel, a otra dimensión de oscuridad, pesadez, desolación y melancolía.

En Lima, la primera generación propiamente de este subgénero del metal empieza a fraguarse cuando nacen bandas como Darken (1992), Inmemorial (1993), Lament Christ (1994), Psicorragia (1994), Aneurisma (1996) y En Las Espesas Nieblas (1996).

Y es Lament Christ con su primer demo In Ventus Est Dolor (grabado en 1998 pero lanzado en 1999) la que prometía ser la abanderada de la melancolía nacional pero con el paso del tiempo la banda no publicó otros trabajados y fue diluyéndose por los cambios de alineación hasta entrar en stand bye en el 2010.

Tras 7 años, en octubre del 2017, retornan con fuerza a los ensayos en búsqueda del tiempo perdido. De la alineación original, solo quedan Juan Carlos Sotelo (voz/guitarra) y William Castillo (bajo).

En el 2018, participan en importantes conciertos en el Cusco, abriendo a Paradise Lost y en el Lima Metal Fest III mientras que en el 2019 tocan en el In Nomine Doom, en el Desolation of Doom Fest I en Huancayo y en los 20 años de Epilepsia en el Salón Imperial, entre otros conciertos.

Sin miedo a la muerte

Hoy, en medio de la pandemia y cuando la muerte acecha sin hacer distingos de ningún tipo, Lament Christ nos presenta su esperado álbum debut ‘The Agonic Fall of Mourners’ (La agónica caída de los dolientes) por el sello Thrashirts, una íntima oda a la desolación y a la desesperanza.



El disco tiene una atmósfera muy densa donde se percibe mucho dolor, melancolía y soledad, donde nada ni nadie (ni un Dios) puede mitigar el sufrimiento y solo queda esperar la muerte.

El piano, los teclados y el violín cumplen un rol fundamental para crear este sentimiento y atmósfera devastadora que a la vez es trágicamente hermosa. Es como si tuvieras una profunda herida abierta en el alma que no cicatriza nunca y más bien, de cuando en cuando, le echas alcohol para que arda y ese ardor te hace sentir vivo en el dolor.

El álbum inicia con la instrumental Loss (Perdido), preludio perfecto para desatar 6 temas que fluyen de manera hiriente durante una hora.

This Unbearable Pain (Este dolor insoportable), tema de casi 13 minutos, una descarnada declaración de desesperanza, donde la fórmula el disco queda establecida claramente.

Los pasajes introspectivos son bajo una voz limpia, casi susurrante, mientras que las atmósferas desgarradoras son con vociferaciones guturales, haciéndote sentir que un alma atormentada ya no aguanta tanto dolor pero no consigue arrancárselo.

Los golpes de batería son siempre lentos en el disco, los cuales se asemejan a ese corazón enfermo que se resiste a morir y que sigue latiendo casi por inercia hasta que le llegue el último suspiro.

La prosa de Juan Carlos Sotelo a lo largo del disco es totalmente inconsolable y retrata un sufrimiento inacabable.

“Aquí estoy de alguna manera vivo

En este mundo lleno de mierda y mentiras ...

Sin esperanza, sin sueños, sin destino

Donde todos los signos de la vida terminan”

“Las cicatrices son mi atuendo convertido en dolor ...

Bajo la lluvia y los cielos cayendo

Y la oscuridad absoluta

Más puro es este sufrimiento”

“El otoño es el dolor

La maldición mía...

Déjame soñar contigo una vez...”

“Enviado del cielo, sangrando estás

Pero una vez que te fuiste

Mi mundo es un océano sin fin de sueños hundidos

Enviado del cielo, estás sangrando, pero una vez que te fuiste...”

“Cuando la última esperanza se arruina

Esta vida es un crepúsculo sin fin

Donde todo termina

Pero sigo viendo la tristeza en tus ojos

Tiernamente se derriten...La mirada de fatal soledad...”

“Cuando caiga la última esperanza, ¿alguna vez estarás conmigo?

Gritando al cielo preguntando por qué

Puede que nunca encuentre una razón

Atrapado en una mentira de mejores días

A punto de caer en un abismo de desolación sin fin...”

“Que todo devora, que todo se marchita”

“¡¡¡¡¡Por qué las heridas !!!!!!!

¿Sigues sangrando? ¿Por qué?

El tiempo no cura nada, ¿por qué?

Todo lo que hacemos es ... ¡¡¡¡sobrevivir !!!! ...

Estoy deshecho ¿por qué?

Esto nunca se detiene... ¿Por qué?

Cuatro de los siete temas superan los 10 minutos como This Unbearable Pain, Drowned (Ahogue), Cursed into Eternal Void (Maldito al vacío eterno) y Alone in My Dreamlands (Solo en mis tierras soñadas), único track rescatado del In Ventus Est Dolor.

Las composiciones más cortas (entre 5 y 6 minutos) son So Far from Paradise (Tan lejos del paraíso) que el frontman de la banda le dedica a su madre tras su partida a la eternidad y The Aonaran (El solitario) que tiene una frase que resume el sentimiento del álbum: “El que desprecia la vida no teme a la muerte”.

Lament Christ, que está conformado hoy por Juan Carlos Sotelo (voz y guitarra líder), Robert Palacios (guitarra), William Castillo (bajo), Diego Manrique (violín), Luber Elend (piano y teclados) y Ronald ‘Tinieblas’ (batería), nos deja en claro con este primer larga duración que está más vivo que nunca pero que la muerte y el dolor siguen presentes en sus almas heridas y atormentadas.


“Somos el lamento y decadencia de la humanidad hecha música dolorosa”

Juan Carlos Sotelo (voz/guitarra)




Escrito por

Franco Boggiano de las Casas

Periodista dedicado desde 1989 a difundir el metal peruano. Sus posts antiguos en: http://blogs.peru21.pe/resistencia21/ y http://resistenciametalzine.blogspot.com/


Publicado en

Resistencia Metal Zine

Trinchera del metal peruano. Información y opinión del pasado y presente de la música extrema hecha en el Perú